Numerosos estudios confirman que el interés por seguir una alimentación saludable ha ido en aumento en los últimos años, sobre todo entre las generaciones más jóvenes. Según el informe realizado por Google Healthy Food & Brands, solo en España hasta el 74 por ciento de los hogares considera importante seguir una dieta sana. Pero en ocasiones cumplir este propósito no depende únicamente de los alimentos que componen nuestro menú, sino del tiempo que invertimos en comerlos y el modo en que lo hacemos.
“El proceso digestivo comienza en la boca con la trituración de los alimentos. Si nos saltamos este paso podemos alterar nuestra digestión y sufrir molestias estomacales”, explica Laura Girona, nutricionista especializada en nutrición clínica y deportiva y portavoz de CODINUCAT.
¿Qué es la aerofagia?
Es un fenómeno fisiológico producido por la ingesta excesiva de aire que provoca hinchazón, eructos y gases, entre otros
Asimismo, no masticar adecuadamente puede derivar en una aerofagia, un fenómeno fisiológico producido por la ingesta excesiva de aire que provoca hinchazón, eructos, gases e incluso dolor, en casos más graves.
La trituración de los alimentos también es necesaria para absorber correctamente los nutrientes de las comidas. Por lo tanto, aunque consumamos productos de gran calidad, si no los masticamos bien no podremos beneficiarnos de todas sus propiedades. “Un buen ejemplo son las semillas, como la chía o el sésamo”, destaca Monste Folch, nutricionista del Centro Médico Teknon. “Estas están cargadas de buenas sustancias, pero si no las trituramos bien se desprenderán a través de las heces sin que aprovechemos sus beneficios ”, alerta la experta, quien añade que un buen modo de evitar este desenlace puede ser tomarlas trituradas.
Y la lista de inconvenientes continúa. “Si los azúcares de absorción rápida, tales como pastas, arroces, legumbres y fruta, no se absorben adecuadamente pueden fermentar, provocando malas digestiones”, añade Folch.
Además, tener los alimentos poco tiempo en la boca no permite saborearlos del todo, lo que provoca que optemos por comidas de sabores más intensos, con más grasas, sales y azúcares. “Es más probable que tomemos malas elecciones y esto puede verse reflejado más tarde en nuestra salud”, apunta la dietista-nutricionista Laura Girona.
Consecuencias de tener los alimentos poco tiempo en la boca
No los saboreamos bien, lo que provoca que optemos por comidas de sabores más intensos, con más grasas, sales y azúcares
Ana Molina, licenciada en Farmacia y dietista y nutricionista en AM Nutrición Integral, explica otros motivos por los cuales podemos aumentar de peso si no masticamos de la forma adecuada. “Cuando empezamos a comer la hormona responsable de la saciedad tarda aproximadamente 20 minutos en informar al cerebro de que estamos llenos. Así que si comemos rápido es más probable que acabemos ingiriendo comida en exceso”, declara la experta, quien añade que además de un aumento de peso, podemos sufrir problemas metabólicos mayores, que pueden facilitar el desarrollo de otras enfermedades más graves.
Según un estudio reciente de la Universidad de Hiroshima en Japón las personas que comen rápido tienen un 5,5 más probabilidades de desarrollar síndrome metabólico, un conjunto de alteraciones del metabolismo que ocurren simultáneamente y que aumentan el riesgo de enfermedad cardíaca, accidente cerebrovascular y diabetes tipo 2. Para llegar a esta conclusión, los investigadores analizaron a más de 1.000 personas de mediana edad durante 5 años y comprobaron que el 11,6% de aquellos que comían rápido desarrollaron una enfermedad, mientras que entre los participantes que comieron lentamente solo enfermaron un 2,3%.
¿Cómo cambiar de hábitos?
Después de conocer todos los inconvenientes que arrastra comer rápido es posible que más de uno se haya planteado cambiar de hábitos. Sin embargo, según remarcan las expertas, no resulta sencillo y hace falta cierta disciplina para conseguirlo. “Es una tarea difícil, pero cuando lo logras no vuelves atrás”, señala Montse Folch. La nutricionista aconseja a sus clientes que trituren la comida hasta que tengan una papilla en la boca. Según cuenta, esa es la textura que debemos conseguir para digerir bien los alimentos. “Y sobre todo ser conscientes de lo que comemos”, añade.
Por su parte, la dietista-nutricionista Laura Girona insiste en la importancia de poner en orden el contexto. “Mientras comemos debemos evitar situaciones que dificulten que tomemos decisiones plenamente conscientes, como estar con el teléfono móvil o mirar la televisión”. Además recomienda que convirtamos las comidas en momentos relajados, para que así sea más sencillo recordar nuestro propósito. “Otro truco útil puede ser dejar el cubierto en la mesa cada vez que nos llevemos un alimento a la boca y no usar platos ni cubiertos muy grandes. Así tomaremos cantidades más pequeñas”, aconseja.
Igualmente debemos intentar no llegar a las comidas con demasiada hambre y beber agua durante estas para digerir mejor, comer más lento e hidratarnos correctamente.
La nutricionista Ana Molina nos da otro consejo. “El uso de palillos puede ayudar. Comes más despacio y te llevas raciones más pequeñas a la boca”, concluye.
Fuente: La Vanguardia
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