Cada vez hay más variedad de bebidas energéticas en el supermercado: diferentes colores, sabores, marcas, supuestas propiedades… El consumo de este producto -novedoso hace unos años- se ha extendido. Ritmos de vida frenéticos, estudios compatibilizados con trabajos, jornadas laborales largas, planes de ocio infinitos y querer llegar a todo. Buscamos soluciones para tirar más, para rendir, para satisfacer a todos y todo lo que nos reclama.
Pero el agravante de la situación es que el consumo habitual en adultos se ha traspasado también a niños. Ya en 2013, según cifras de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, European Food Safety Authority), aproximadamente el 18% de los menores entre 3 y 10 años eran consumidores de bebidas “energéticas”, de los que un 16% eran consumidores crónicos, con una ingesta promedia de casi 4 litros de estas bebidas al mes. Una cifra alarmante según los expertos consultados por Comer.
Varios estudios han demostrado un aumento de la presión arterial y la frecuencia cardíaca por el consumo de bebidas alcohólicas
Pero, ¿qué le pasa a tu cuerpo cuando abusas de estas bebidas? Un estudio de 2017 publicado en la revista Journal of the American Heart Association, elaborado por el David Grant Medical Centre confirmaba que pueden causar cambios perjudiciales en la presión arterial y la función cardíaca, a largo plazo.
Es uno de tantos trabajos científicos sobre esta cuestión, “varios estudios han demostrado un aumento en la frecuencia cardíaca y la presión arterial después del consumo de bebidas energéticas. Estos hallazgos se atribuyeron a los efectos de la cafeína de la bebida energética. Otros efectos secundarios pueden ser las arritmias, fibrilación auricular e incluso se han relacionado con el infarto de miocardio”, nos explica Marián García, doctora en Farmacia y nutricionista, autora del blog Boticaria García.
En efecto, los componentes más insanos o problemáticos de estas bebidas son la cafeína y los azúcares libres. “Sus dosis de cafeína son muy elevadas. Según la UE tienen entre 70 y 400 miligramos por lata, cuando un café espresso aporta unos 75 miligramos. Es decir, se comercializa alguna lata que equivale a tomarse de una tacada cinco cafés. Eso no se le ocurre a nadie”, nos explica Beatriz Robles, tecnóloga de alimentos y dietista nutricionista. La Asociación de Bebidas Refrescantes matiza a Comer que “una lata estándar, de 250 mililitros, contiene unos 80 miligramos de cafeína, aproximadamente la misma cantidad que una taza de café”.
Además, si una bebida de cola habitual tiene diez u 11 gramos de azúcar por cada 100 mililitros, en estos nuevos productos energéticos pueden llegar a ser hasta 15 gramos de azúcar. “Las latas además pueden ser más grandes. Se comercializan incluso en el formato de 500 mililitros; y eso son 75 gramos de azúcar, cuando el límite que pone la OMS es de 25 gramos de azúcar al día”, puntualiza Robles, quien añade que por eso estas bebidas pueden producir picos rápidos de insulina que hagan trabajar en exceso nuestro páncreas. “Si las tomamos habitualmente estamos predisponiéndonos a sufrir diabetes, obesidad o resistencia a la insulina, que derivan en problemas como el síndrome metabólico u otras patologías crónicas”.
“Si las tomamos habitualmente estamos predisponiéndonos a sufrir diabetes, obesidad o resistencia a la insulina”
Los fabricantes, en cambio, aseguran que según apuntaba la EFSA en 2015 en Scientific Opinion, un adulto sano (excepto mujeres embarazadas) puede consumir hasta 400 miligramos de cafeína al día de forma segura, el equivalente a 5 latas de bebida energética de 250 mililitros, siempre que las latas tengan el contenido medio de este componente y no estén entre las que lo tienen mucho más elevado.
Si el café por las mañanas se convierte en un hábito difícil de abandonar, lo mismo pasa con estos productos. No son bebidas adictivas, sino que se trata de comportamientos adictivos porque asociamos esa bebida a determinados momentos o situaciones y alimentamos nuestros circuitos de recompensa.“El consumo de estas bebidas en grandes cantidades podría favorecer actitudes nocivas como ingerir grandes cantidades de alcohol en poco tiempo o fumar, así como consumir otras sustancias adictivas”, según García.
“En niños la intoxicación por cafeina sería relativamente sencilla. Y los síntomas incluyen ansiedad, insomnio, trastornos gastrointestinales, espasmos musculares…”
Los niños son el grupo de población más vulnerable a los efecto de estos productos, por eso las nutricionistas consultadas consideran que la venta de bebidas energéticas debería estar regulada en menores. En Reino Unido, por ejemplo, hay propuesta del gobierno para llevar adelante la prohibición. “Los niños pesan menos que los adultos y sus rutas metabólicas no están maduras en muchos casos. Lo que dice la EFSA es que no se puede establecer un consumo seguro de cafeína para niños y adolescentes”, apunta Robles. “En este segmento de edad la intoxicación por cafeina sería relativamente sencilla. Y los síntomas incluyen ansiedad, insomnio, trastornos gastrointestinales, espasmos musculares…”, explica la doctora en farmacia.
La asociación de productores nos asegura, por su parte, que “la industria europea de bebidas refrescantes ha adoptado voluntariamente un código sobre el etiquetado, comunicación y marketing de las bebidas energéticas que va más allá de la legislación. Por ejemplo, se incluye en la etiqueta de las bebidas la advertencia de “consumir de forma moderada” con esta u otra redacción similar que pueda entender el consumidor.” Por tanto, las mismas empresas del sector recomiendan un consumo moderado y responsable de las bebidas energéticas. Aseguran además, que hay que tener en cuenta que “están destinadas a una población adulta”.
¿Y qué hay de todos los supuestos componentes energizantes y beneficiosos de estas bebidas, como la taurina o el ginseng? La gran cantidad de cafeína de estos brebajes energéticos es la responsable de un mayor estado de alerta y un estado de ánimo elevado. Sin embargo, no ha sido aprobada ninguna declaración nutricional para todos esos otros compuestos como la carnitina, la taurina o el ginseng. “No hay evidencia científica alguna”, afirma contundente Beatriz Robles.
Así que, en caso de necesidad de más energía, mejor apostar por dosis moderadas de cafeína y una buena alimentación. Tu cuerpo te lo agradecerá a largo plazo, como apuntan los expertos.
Fuente: La Vanguardia
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