Una cantidad mínima de grasa es absolutamente necesaria y, sin ella, nuestro cuerpo sería incapaz de sobrevivir. Sin embargo, existen dos tipos de grasa diferentes que, dependiendo de a cuál nos estemos refiriendo, será más importante su presencia en el organismo una que otra. La nutricionista y dietista Marta Lorenzo, colaboradora de ¡HOLA!, nos lo aclara y nos explica, además, la importancia de saber medir la distribución de la grasa corporal, puesto que de su localización puede depender nuestra salud.
Grasa esencial
Es muy importante en nuestro organismo por su función de protección, aislamiento y su capacidad amortiguadora contra los daños físicos. Supone un 3% del peso corporal y forma parte de las membranas celulares, la médula ósea, el tejido encefálico y, en general, corresponde a la grasa que circunda los órganos, como el corazón, el hígado y los riñones. Las mujeres presentan mayor necesidad de grasa esencial. Esta se almacena en las mamas y en torno a las caderas.
Grasa de reserva
Está considerada como fuente de energía que se acumula, principalmente, debajo de la piel (grasa subcutánea) y alrededor de los órganos (grasa abdominal). También es importante, puesto que nuestro organismo recurre a ella en momentos de escasez de alimentos. Aunque en nuestra sociedad desarrollada este hecho es difícil que ocurra. Y el exceso de grasa de reserva nos puede poner en peligro.
Por tanto, conociendo el tipo de grasa que existe en nuestro organismo, además de diferenciar que la grasa esencial es más necesaria en nuestro cuerpo que la grasa de reserva, debemos saber también que es más importante la distribución de la grasa que la cantidad total de esta; y es que, según donde se localice, podemos hacer una valoración de los posibles riesgos metabólicos como enfermedades cardíacas, diabetes de inicio en la edad adulta o hipertensión.
¿Qué distribución de la grasa puede suponer un mayor riesgo para la salud?
La grasa que se almacena, mayormente, en la zona abdominal, denominada obesidad central o androide y que se reconoce popularmente en aquellos casos en los que se tiene una silueta en forma ‘manzana’ supone un mayor riesgo para la salud que la obesidad que los profesionales denominan periférica o ginecoide (la que da forma de ‘pera’). Esta se acumula en la zona de las caderas.
En la mayoría de la población, la acumulación de grasa en la zona abdominal y, en consecuencia, en las vísceras, es lo más común. Cuando esta acumulación es demasiado grande, empiezan a aparecer las sustancias inflamatorias y coagulantes. Un ejemplo claro de persona con mayor riesgo de enfermedad cardíaca y que suele darse más en hombres es aquel con ‘barriga cervecera’ y brazos delgados. También el exceso de grasa abdominal supone un riesgo para el hígado, ya que este recibe un exceso de grasas que va a implicar un aumento de los niveles de colesterol, un factor importante de riesgo para las cardiopatías.
Pese a conocer los riesgos, la distribución de la grasa en nuestro organismo es difícil de controlar, ya que está determinada por nuestra constitución genética y por nuestro equilibrio hormonal natural.
¿Cómo medir la distribución de la grasa corporal?
Los nutricionistas realizan una valoración de esta distribución mediante dos métodos:
- La relación cintura/cadera: consiste en la medición de la cintura en cm y se divide entre la medida de la cadera. En la mujer esta relación debe dar igual o menor a 0,8 y en el hombre debe ser igual o menor a 0,95. Si está por encima en ambos casos, esto puede suponer un riesgo para la salud por exceso de grasa.
- Circunferencia de la cintura: la medida del contorno de la cintura se correlaciona con la grasa intraabdominal. Si las mujeres tienen más de 80 cm y los hombres más de 94 cm, nos está indicando que existe un exceso de grasa abdominal.
Qué podemos hacer para reducir la grasa abdominal
Lo ideal es evitar que se acumule, aunque sea difícil controlarlo. Para ello, es importante vigilar la dieta y hacer ejercicio físico. La mediterránea es la más aconsejada, puesto que aporta los nutrientes básicos para tener buena salud. No hay que excederse con el aceite de oliva, ya que aunque se trate de una grasa sana, engorda. No se debería pasar de las cinco cucharadas soperas al día. Es conveniente también reducir el consumo de vino o de cerveza y evitar que se convierta en un hábito beber alcohol.
En cuanto al ejercicio, no basta con hacer abdominales para quemar grasa abdominal. Lo aconsejable es combinar ejercicios de fuerza con ejercicio aeróbico. Por ejemplo, correr, caminar, hacer natación con pesas o entrenamiento de resistencia con el cuerpo o con pesas.
Fuente: Hola