Dos son los caminos inequívocos que llevan al cuerpo a estar en forma: comer bien y hacer ejercicio. Pero la cuestión se complica cuando se trata de ponderar su efectividad en la pérdida de peso.
Por ejemplo, si tuviésemos que bajar 500 calorías diarias para hacer un ajuste de quilos existirían dos opciones. Por una parte, se podría limitar la ingesta de alimentos. En comida, la cifra mencionada la suman 100 gramos de una barrita energética (350 kcal.) y el equivalente en tortilla francesa (150 kcal).
“Para quemar dichas calorías con ejercicio de baja intensidad tendríamos que caminar durante tres o cuatro horas y algo más de una hora y media con una variedad más intensa como correr”, expone Laia Gómez dietista-nutricionista de Alimmenta.
Un estudio publicado en The American Journal of Clinical Nutrition destacó que las dietas proteicas y los suplementos alimenticios eran la forma más efectiva de mantener el peso tras una restricción calórica, en comparación con el ejercicio.
Otra investigación sobre la relación entre masa corporal y la actividad física en niños concluyó que llevar una vida activa no determina que no exista sobrepeso. Lo que indica que al comer menos y mejor, el peso disminuye.
“Los resultados comienzan a percibirse desde el momento en que se inicia el cambio de hábitos”, indica Laia. Las digestiones mejoran y el aumento de la vitalidad son algunos de los primeros síntomas. “La pérdida saludable debe ser progresiva, entre medio y un quilo a la semana. Si va más allá es muy probable que se elimine masa muscular, algo no recomendable”, continúa.
La pareja perfecta
Según indica un trabajo científico en dietas a largo plazo, por encima de los 12 meses, lo más efectivo es combinar la alimentación con el deporte. “El hecho de unirlos mejorará la pérdida de peso. El ejercicio ayuda a restar grasa corporal. Además mejora la forma física general y la salud”, comenta la especialista.
Entre los beneficios de coordinar ambas prácticas, Gómez destaca la disminución del deterioro de las funciones orgánicas, una mejora el estado de salud de los huesos, la reducción de la tensión arterial y el incremento del gasto calórico.
Además, es esencial para la mejorar la salud mental. Un estudio realizado por la Universidad de Ciencia y Tecnología de Taiwan reveló que el ejercicio, en concreto un deporte aeróbico, realizado con música reduce los niveles de depresión.
Para no tirar la toalla con el entrenamiento, el primer paso es encontrar una disciplina con la que se disfrute. La motivación extra la puede dar el consumo calórico de cada sesión. Desde la Clinica Mayo inciden en que el ejercicio aeróbico es el más efectivo para quemar calorías. Caminar, montar en bici y nadar están dentro de esta categoría.
Para que los resultados sean visibles es necesario incorporar al menos 30 minutos al día de actividad física. Dentro de la variedad aeróbica, son las disciplinas por intervalos los que más rápido consiguen el objetivo. “Son ejercicios que provocan que nuestras pulsaciones incrementen y después bajen, pero antes de relajarnos completamente volvemos a iniciar la actividad”, comenta Laia.
La experta añade que en una hora nadando a crol a una intensidad alta y sin descansar pueden perderse 500 calorías, las mismas que en un partido de baloncesto. En una bicicleta estática, con un esfuerzo medio-alto, 400 calorías. Mientras que una excursión por la montaña de sesenta minutos se pueden quemar 300 kcal.
Fuente: La Vanguardia
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